La Gran Barrera de Coral de Australia, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1981, ha pedido más de la mitad de sus corales en los últimos 27 años, según un estudio difundido ayer, y que analiza la evolución del ecosistema desde 1985.
La investigación, realizada por expertos del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS, siglas en inglés), señala que las fuertes tormentas, en un 48% de los casos, y la presencia de las corona de espinas (Acanthaster planci), en un 42%, son las responsables de la disminución de los corales.
La investigación señala que si se erradican las coronas de espinas, la tasa anual de recuperación de los corales podría aumentar en un 0,89%.
«No podemos parar las tormentas, pero quizás podemos detener a las coronas de espinas -una especie de estrella de mar invasora-. Si lo podemos hacer, le daremos una mayor oportunidad a la Gran Barrera para que se adapte a retos como el aumento de la temperatura de los mares y la acidificación de los océanos», aseguró el director ejecutivo del AIMS en un comunicado.
El blanqueo de los corales (su decoloración como consecuencia del estrés generado por los cambios ambientales) también constituye un factor determinante de destrucción.
Cuatrocientos tipos de coral
El estudio indica que la Gran Barrera de Coral australiana necesita entre 10 y 20 años para recuperarse, pero también advirte de que si se mantiene la tendencia, la Gran Barrera podría perder, de nuevo, la mitad de su biodiversidad para 2022.
La salud de la Gran Barrera, que alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos, comenzó a deteriorarse en la década de 1990 por el doble impacto del calentamiento del agua del mar y el aumento de su acidez debido a la mayor presencia de dióxido de carbono en la atmósfera.
Fuente: ABC