Revelan científicos que, durante el último siglo, el cambio del clima debido a la influencia humana compensa, con mucho, los efectos provocados por el brillo del Sol.
Los cambios en el brillo del Sol en el último milenio han tenido únicamente un pequeño efecto en el clima de la Tierra, de acuerdo a una revisión de resultados existentes y de nuevos cálculos realizados por investigadores de los Estados Unidos, Suiza y Alemania.
La revisión, conducida por Peter Foukal, aparece en la revista Nature. Entre los coautores está Tom Wigley del centro nacional para la investigación atmosférica de los Estados Unidos.
«Nuestros resultados implican que, durante el último siglo, el cambio del clima debido a la influencia humana compensa, con mucho, los efectos provocados por el brillo del Sol», dice Wigley.
La reconstrucción del clima del último milenio muestran un calentamiento desde el siglo XVII, que se ha acelerado dramáticamente en los últimos 100 años. Algunos estudios recientes han atribuido la mayor parte del calentamiento global en el siglo XX a un aumento en las concentraciones de gases de invernadero en la atmósfera.
La variabilidad natural al interior del sistema del clima de la Tierra pudo también haber desempeñado algún papel.
Sin embargo, la discusión se complica por una tercera posibilidad: que el brillo del Sol hubiera podido aumentar.
La nueva revisión en Nature examina factores observados por los astrónomos que se relacionan con el brillo solar.
Entonces se analiza cómo esos factores han cambiado junto con la temperatura global durante los últimos mil años.
Las variaciones del brillo son el resultado de cambios en el tamaño de la superficie del Sol cubierta por oscuras manchas solares y por puntos brillantes llamados fáculas. Las manchas solares actúan como enchufes térmicos, desviando calor de la superficie solar, mientras que las fáculas actúan como escapes térmicos, permitiendo que el calor de capas por debajo de la superficie o fotosfera, escape más fácilmente.
Durante épocas de alta actividad solar, las manchas solares y las fáculas aumentan, pero el efecto de las fáculas domina, conduciendo a un aumento total en el brillo.
El nuevo estudio investiga observaciones del brillo solar desde 1978 y las mediciones indirectas realizadas antes de esa fecha, para determinar cómo las manchas solares y las fáculas afectan el brillo del Sol.
Los datos recopilados mediante radiómetros desde naves espaciales de los Estados Unidos y Europeas, muestran que el sol es cerca de 0.07 por ciento más brillante en años de máxima actividad de manchas solares, tal como sucedió alrededor del año 2000, cuando las manchas fueron raras (como ellas están ahora, en el extremo inferior del ciclo solar de 11 años).
Un Sol agitado
Las variaciones de esta magnitud son demasiado pequeñas para haber contribuido apreciablemente al calentamiento global acelerado observado desde mediados de los años setenta, según el estudio, y no hay muestra de un aumento neto en el brillo del Sol en este período.
Para evaluar el período anterior a 1978, los autores utilizaron expedientes históricos de la actividad de manchas solares y examinaron los radioisótopos producidos en la atmósfera de la Tierra y registrados en Groenlandia y en bloques antárticos de hielo.
Durante períodos de alta actividad solar, un escudo de viento solar magnificado llena a la Tierra de rayos cósmicos que producen los isótopos, ofreciendo así a los científicos un expediente de la actividad del Sol.
Los autores utilizaron una mezcla de siete reconstrucciones recientes de la temperatura del hemisferio norte durante el último milenio, para probar los efectos a largo plazo en el brillo solar.
Entonces determinaron cuánto pudieron haber afectado los cambios en el brillo producido por manchas solares y fáculas (según lo medido por los datos de las manchas solares y los radioisótopos) que pudieran haber alterado la temperatura.
Aún cuando las manchas solares y las fáculas han aumentado durante los últimos 400 años, estos fenómenos explican solamente una pequeña fracción del calentamiento global durante ese período, según los autores. La evidencia indirecta ha sugerido que puede haber cambios en el brillo solar, en grandes períodos de siglos, más allá de los cambios asociados al número de manchas solares.
Sin embargo, los autores concluyen que los argumentos teóricos sobre estos cambios adicionales de baja frecuencia son poco probables. «No existe causa física plausible para cambios a largo plazo en el brillo solar, con excepción de los cambios causados por las manchas solares y las fáculas», dice Wigley.
Aparte del brillo solar, influencias más sutiles en el clima son los rayos cósmicos o la radiación ultravioleta del Sol que no se pueden excluir, dicen los autores. Sin embargo, estas influencias no se pueden confirmar, agregan los investigadores, porque los modelos físicos para tales efectos todavía no están bien desarrollados.
Fuente: El Universal