Un grupo de científicos internacionales ha constatado que la ruptura de las gigantescas capas de hielo Larsen A y B en el Antártico está cambiando de forma dramática el ecosistema de las aguas de la región.
La capa de hielo Larsen es una gigantesca costra helada que cubre el mar Weddell en la costa oriental de la Península Antártica, un apéndice de tierra cercano al extremo meridional de Argentina y Chile.
Primero en 1995 y posteriormente en el 2002, dos gigantescos porciones de esta capa de hielo (Larsen A y Larsen B, esta última del tamaño del estado de Rhode Island en Estados Unidos) se desprendieron, un suceso extraordinario que los científicos achacan al proceso de calentamiento global.
La súbita desaparición de alrededor de 10.000 kilómetros de hielo, que cubrió miles de años una extensa porción del océano, ha creado una única oportunidad para que los científicos puedan observar algunos de los cambios que se avecinan ante la imparable subida de las temperaturas en todo el mundo.
Entre noviembre del 2006 y enero del 2007, 52 científicos de 14 países participaron en una expedición a bordo del barco de investigación ‘Polarstern’ para estudiar los cambios en la región y que significó el inicio del proyecto Censo de la Vida Marina Antártica.
‘Es un ejemplo de lo que va a pasar en el futuro. Y en términos biológicos está sucediendo de forma rápida’, explicó a EFE Gauthier Chapelle, un biólogo belga que participó en la expedición.
Lo que los científicos han descubierto es que una multitud de nuevas especies están colonizando las aguas puestas al descubierto por el colapso de las capas de hielo, lo que está modificando de forma dramática sus ecosistema tradicional.
Antes de la desaparición de la capa de hielo de 200 metros de espesor, el suelo marino en Larsen era muy variado, desde roca hasta barro, lo que se reflejaba también en la alta diversidad biológica de los animales que vivían en el sedimento aunque cuantitativamente su abundancia era sólo de un 1 por ciento comparado con otras zonas del mar Weddell.
Julian Gutt, director científico de la expedición ‘Polarstern’ y ecologista marino del Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina, señaló que ‘el colapso de las capas Larsen puede enseñarnos sobre los impactos de cambios inducidos por el clima en la biodiversidad marina y el funcionamiento del ecosistema’.
Ahora la expedición del ‘Polarstern’ ha encontrado en la zona dejada al descubierto por Larsen B, tunicados, holoturias (popularmente llamados pepinos de mar) y erizos de mar, especies que son consideradas los primeros colonizadores.
Mientras, en la zona Larsen A -que las nuevas especies han tenido más tiempo para colonizar- los científicos encontraron lo que Chapelle denominó como ‘segunda oleada’ de invasores, grandes acumulaciones de esponjas.
Además, los investigadores -que recogieron muestras de unos 1.000 especímenes durante las 10 semanas que duró el viaje-, creen haber descubierto 15 nuevas especies de anfipodas (animales similares a gambas) entre ellos, uno de los mayores crustáceos de la Antártica una gamba de unos 10 centímetros de largo.
La expedición también descubrió cuatro nuevas especies de cnidarios (organismos relacionados con coral, medusas y anémonas de mar), entre ellos posiblemente una nueva anémona que vive de forma simbiótica con un caracol de mar.
Otra de las sorpresas de la expedición fue la rapidez con la que ‘el nuevo hábitat estaba siendo utilizado y colonizado por ballenas minke en densidades considerables. Estos significa que el ecosistema en el agua ha cambiado de forma apreciable’, añadió la doctora Meike Scheidat.
Pero Chapelle advierte que la explosión de vida causada accidentalmente por el cambio climático en la capa de hielo Larsen no se puede extrapolar al resto del continente antártico.
Chapelle advirtió que el calentamiento de las aguas más productivas del planeta ya está causando una disminución en la producción de ‘krill’, unos pequeños crustáceos que son el alimento fundamental de otros animales superiores.