La masacre anual de focas por parte de cazadores canadienses podría este año no tener lugar, al menos en algunas zonas. Y es que el calentamiento global ha jugado de inesperado aliado para estos mamíferos, aunque con trágicas consecuencias. La escasez de hielo en el Golfo de San Lorenzo ha provocado una mayor mortalidad de las crías de foca. Los efectos del calentamiento global sobre el hielo en el Atlántico noroccidental empujan a las crías hacia el océano antes de tener la fuerza necesaria para nadar grandes distancias.
Rebeca Aldworth, de la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos (HSUS), señaló hace unos días que «un amplio porcentaje de crías de foca nacidas este año en el noroeste atlántico están muriendo a medida que su hábitat es destruido. No podemos permitir que los supervivientes de este desastre ecológico sean masacrados para producir artículos de moda». El Gobierno canadiense y algunas comunidades de pescadores insisten en que necesitan los ingresos suplementarios que les reporta la matanza de focas, pues los «stocks» de bacalao han menguado.
Según el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW), desde 1995 la cuota de caza ha ido aumentando, a la vez que el hielo ha ido disminuyendo de forma progresiva. El último informe científico sobre la extensión de hielo en el Ártico revela que en nueve de los últimos 11 años la capa de hielo siempre ha estado por debajo de la media desde los años 70.
Fuente: Consumer