Este 5 de junio se cumplieron treinta y cinco años que se celebró la Conferencia de las Naciones Unidas sobe el Desarrollo Humano, la cual se realizó en Estocolmo en el año 1972.
De esta Conferencia surge la propuesta de declarar el 5 de junio de cada año como el Día Mundial del Medio Ambiente. También la de crear el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente –PNUMA-. Ambas propuestas fueron aprobadas por la Asamblea General del organismo multinacional.
Para este año 2007 el Día Mundial del Ambiente es convocado por el PNUMA bajo el lema “El Deshielo: ¿un tema candente?”.
Para la ocasión, el PNUMA presentó el informe de unas 238 páginas titulado: “Perspectiva Global para Hielo y Nieve”, preparado con la participación de 70 expertos de diferentes nacionalidades.
El informe alerta del peligro que se cierne sobre la humanidad por el progresivo derretimiento de los hielos polares y las aguas atrapadas en las montañas nevadas del mundo. Explica que el proceso es ya evidente, con mayor acentuación en el Ártico (Polo Norte).
Estima que los hielos terrestres de «Groenlandia y la Antártida constituyen casi 99 por ciento del hielo de agua dulce del mundo». Si ambas se derritieran por completo, el nivel del mar subiría 64 metros. Se estima que para finales del siglo 21 se registrarán temperaturas más altas en la superficie Antártica.
Pero los impactos del calentamiento global no son solo a futuro. En la última reunión de Expertos Intergubernamentales para el Cambio Climático que analizó la vulnerabilidad frente al mismo, se estima que “el 60% de los movimientos migratorios actuales son causados por el cambio climático y por desastres naturales.
Los 1.300 millones de personas en el mundo, que viven bajo el umbral de pobreza, tienen una elevada dependencia de la agricultura, los recursos forestales y pesqueros y la biomasa como fuente de energía, lo que les convierte en un grupo especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático. La escasez de agua, generada por efectos del cambio climático, pondrá en tensión a entre 7 y 77 millones de personas en el 2020”.
Al principio, los países desarrollados se resistían a adoptar medidas. Las multinacionales pagaron a expertos para desmentir las teorías del cambio climático global causado por la producción masiva de gases de efecto invernadero. Ahora nadie rebate la certeza científica de este fenómeno.
El actual Presidente de los Estados Unidos de América, país que es el mayor contaminador del mundo y el más reacio a comprometerse con la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, ha prometido que aprovechará la reunión de los países más ricos de la tierra, el llamado Grupo de los Ocho (G-8), para proponer algunos compromisos que podrían aplicarse a partir del 2012, cuando finaliza el acuerdo global contemplado en el Protocolo de Kyoto.
Mediante el Protocolo de Kyoto los países firmantes se comprometen a reducir la emisión de gases de efecto invernadero a los niveles que existían en 1990. Estados Unidos se ha resistido a firmar este Protocolo.
Aunque sería iluso esperar iniciativas minimamente positivas de la actual administración estadounidense, el hecho de que hable de tomar o proponer medidas constituye casi un triunfo, frente a su posición pasada de negarse a todo compromiso e, incluso, de pretender negar la certeza del cambio climático global.
El cambio climático provocado por las actividades humanas se puede revertir:
– Reduciendo la quema de combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón mineral) y los incendios forestales.
– Promoviendo fuentes alternativas de producción de energía, como la hídrica, la cólica, la de las mareas y la solar.
– Protegiendo los bosques que aún existen y aumentando la superficie de estos. Los bosques son los grandes sumideros del dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero producido por las actividades humanas. Los bosques consumen CO2 y devuelven oxígeno.
Fuente: Clave Digital