Si el cambio climático arrecia y el cauce del río sube en Holanda, desde hace ya cuatro años hay barrios enteros de casas preparadas para flotar. Venecia, una zona extremadamente vulnerable, tendrá listo en 2011 un sistema de murallas móviles subacuáticas para aislar el mar de la laguna que rodea la ciudad, cuando suba la marea. Mientras, en España se siguen autorizando construcciones de casas en la Manga del Mar Menor (Murcia) donde, dice Medio Ambiente, en 2050 habrá subido el nivel del mar 15 centímetros. El ministerio «aconsejó» el año pasado una moratoria urbanística que no ha sido atendida.
Todos los informes, desde el elaborado en 2007 por el Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC), dependiente de la ONU, hasta el suscrito por el catedrático de ecología José Manuel Moreno, también miembro de la mesa del IPCC, aseguran que el Mediterráneo, y muy acusadamente la Península Ibérica, es una de las zonas más vulnerables.
Un informe del Banco Mundial sobre ciudades resistentes al clima publicado este verano incluye las que han tomado el reto de la adaptación con seriedad: entre ellas están Milán, Tokio, Nueva York o Dong Tan (China). España no aparece en esa lista.
Hay tres fases que cumplir para una adecuada adaptación: conocer el clima del futuro localmente, evaluar su impacto en cada actividad y adaptarse. Una portavoz de Medio Ambiente afirma que si no se han tomado medidas concretas aún es porque «es imprudente tomarlas cuando no se conocen las zonas de riesgo». «La Agencia Española de Meteorología está estudiando los distintos escenarios climáticos para España», añade.
España se está quedando atrás. El Gobierno tiene aprobadas 80 medidas urgentes desde 2007 para reducir el CO2 y recientemente ha anunciado más. Plantará 45 millones de árboles. Son medidas de mitigación, pero las de adaptación al futuro marchan con retraso.
Existe un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático desde 2006 que asegura que los sectores españoles más sensibles son el agrícola, el de las finanzas y el de los seguros; también se verá perjudicada la salud humana. Según dicho plan, en 2001 teníamos que haber comenzado a tomar medidas urgentes para disminuir el riesgo de padecer las convulsiones del calentamiento en esos sectores. Siete años después no hay proyectos concretos.
La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, asegura que la adaptación es uno de los cuatro ejes de trabajo del Gobierno, con especial atención a la gestión de recursos hídricos. Pero, «aunque el plan de adaptación es ambicioso, no se está avanzando al ritmo debido», denuncia Jaime Ribalaygua, presidente de la Fundación para la Investigación del Clima.
¿Qué efectos del cambio climático tenemos que sortear? La sentencia judicial de San Glorio, que prohibió el pasado invierno construir una pista de esquí sobre un parque natural de Palencia, León y Cantabria es uno de ellos. El juez argumentaba que era «muy dudosa la viabilidad económica» de la estación «por el cambio climático». Pero es tan sólo un ejemplo.
Donde España no ha perdido el tren es en el sector del vino, que sí está tomando en serio la adaptación. El clima afecta mucho a la calidad de la uva. El Gobierno ha creado grupos de investigación para que los viñedos sean capaces de resistir las variaciones de temperatura. «Se está haciendo un seguimiento intenso», comenta Teresa Ribera. Los investigadores están estudiando plantar especies nuevas o modificar genéticamente los antiguos viñedos. Ribera afirma que el Banco Mundial «está muy atento a esta investigación» porque, en esto sí, «somos pioneros».
Fuente: El País