El sistema de corrientes del océano Atlántico que ayuda a mantener el clima del norte de Europa razonablemente cálido se está debilitando considerablemente, según un estudio que publica esta semana la revista Nature. Los climatólogos advierten desde hace años de las consecuencias del calientamiento global en los océanos, vitales para mantener la estabilidad en el clima de la Tierra.
Según la investigación, dirigida por el doctor Harry Braden, del Centro Nacional de Oceanografía de la Universidad de Southampton, las corrientes que mueven el agua cálida hacia el norte y devuelven el agua fría hacia latitudes más al sur se han ralentizado un 30% desde 1957.
Las conclusiones del estudio, las primeras que sostienen la vieja hipótesis de que el calentamiento global está bloqueando las corrientes atlánticas, se han obtenido del estudio de una serie de estaciones de control situadas en el paralelo 25, donde se juntan las Corrientes del Golfo y los flujos ‘descendentes’ del norte del Atlántico.
Los investigadores vigilaron las corrientes a bordo de un barco que les llevó, durante todo el año 2004, hasta latitudes de unos 25º norte. En principio, los científicos no encontraron datos que permitan certificar la existencia de cambios en la Corriente del Golfo -el flujo hacia el norte de agua caliente que viaja cerca de la superficie- pero sí hallaron cambios en el sistema de circulación global del agua, que es el que se está ralentizando.
Estos cambios implican una reducción de hasta el 50% de la cantidad de agua fría de profundidad que fluye hacia el sur del Atlántico. Además, los científicos han detectado que un incremento del 50% en la cantidad de agua que recircula dentro de las regiones subtropicales, sin llegar a las latitudes más al norte, lo que significa que mucha menos agua completa el circuito del sistema de corrientes.
Pero el estudio de Bryden ha revelado que si bien un área del agua que desciende, en el lado canadiense de Groenlandia, todavía parece estar funcionando normalmente, una segunda área en el lado europeo está parcialmente “apagada” y está enviando hacia el sur apenas la mitad del agua que enviaba antes. Los dos flujos hacia el sur pueden ser distinguidos entre sí porque viajan a profundidades diferentes.
Nadie tiene claro qué es lo que está funcionando mal. Las acusaciones sugeridas incluyen la fusión del hielo marino o el aumento del flujo de los ríos siberianos hacia el Ártico. Ambas cosas llevarían agua dulce hacia la superficie oceánica, haciéndola menos densa e impidiendo, por lo tanto, que se hundiera, lo que a su vez frenaría el flujo de agua tropical desde el sur. Y cualquiera de ellos podía ser causado por el cambio climático generado por los seres humanos. Algunos modelos climáticos predicen que el calentamiento global podría llevar a un “apagón” de este tipo a fines de este siglo.
El último “apagón”, que impulsó una caída de 5ºC a 10ºC de la temperatura en Europa occidental, ocurrió probablemente hacia fines de la última edad de hielo, hace 12 000 años. Pudo haber ocurrido también un frenado en la circulación atlántica durante la Pequeña Edad de Hielo, que duró con intervalos desde 1300 hasta aproximadamente 1850, y que creó temperaturas lo suficientemente bajas como para congelar el río Támesis en Londres.
Fuente: El Mundo