El reciente acuerdo sobre servicios aéreos entre la Unión Europea y Estados Unidos, que elimina algunas restricciones sobre los vuelos trasatlánticos, ha provocado multitud de reacciones que sitúan al Parlamento Europeo en una delicada posición de búsqueda de equilibrio. Aunque el acuerdo busca el aumento de la competencia en el sector, con la consiguiente bajada de precios, también podría suponer un mayor volumen de emisiones de gases de efecto invernadero.
La Cumbre entre la Unión Europea y Estados Unidos celebrada en junio de 2003 marcó el punto de partida de las negociaciones sobre servicios aéreos, que han protagonizado desde entonces hasta once rondas de negociación entre ambas partes. En la actualidad sólo determinadas compañías pueden volar entre la Unión Europea a Estados Unidos, y desde aeropuertos determinados. El nuevo acuerdo que acaba de firmarse eliminará estas restricciones, permitiendo a las compañías europeas volar de cualquier ciudad europea a cualquier ciudad norteamericana, mientras que un mayor número de compañías estadounidenses estarían autorizadas a volar a Europa, con lo que el precio de los billetes bajaría, previsiblemente, al aumentar la oferta.
Para el Comisario europeo de Transporte, Jacques Barrot, «este acuerdo sin precedentes supondrá un importante salto en términos económicos», ya que «podría resultar en unos 12 millones de euros de beneficio y en la creación de 80.000 nuevos puestos de trabajo».
Durante el Consejo europeo que tuvo lugar los días 8 y 9 de marzo, los jefes de Estado de los 27 acordaron reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un veinte por ciento antes de 2020, en relación a los niveles de 1990. La aviación internacional es responsable tan sólo del tres por ciento de estas emisiones, pero el porcentaje no deja de aumentar.
¿Acuerdo positivo?
El presidente de la comisión parlamentaria de Transportes, el eurodiputado liberal italiano Paolo Costa, considera que «el nuevo acuerdo con el gobierno estadounidense es muy positivo, ya que al aumentar la competitividad en el mercado se reduce el precio final para los consumidores». Sin embargo, la europarlamentaria británica de Los Verdes Caroline Lucas, ponente de un informe sobre el impacto de la aviación en el cambio climático que fue adoptado el pasado mes de junio, no comparte su entusiasmo. «Aumentar el número de vuelos es absolutamente incompatible con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero», afirma.
En cualquier caso, el acuerdo permitirá que los vuelos trasatlánticos transporten 26 millones de pasajeros más en los próximos 5 años, lo que supondrá un crecimiento del mercado del 34 por ciento. Para Lucas, «aunque se consiguiera reducir las emisiones por avión», sus efectos positivos serían neutralizados por el aumento del número de vuelos «que sin duda acompañará al acuerdo». Por ello considera que debe rechazarse el acuerdo, algo con lo que Costa no está de acuerdo.
La disparidad de opiniones en torno a este acuerdo sobre servicios aéreos demuestra el papel desempeñado frecuentemente por el Parlamento Europeo, donde es frecuente que distintos intereses tengan que llegar a un acuerdo en el curso de un proceso político, en el que los eurodiputados buscan un compromiso que satisfaga a la mayoría.
El acuerdo fue discutido durante el último Consejo de Ministros de Transporte, que tuvo lugar el pasado día 22 de marzo; está previsto que se proceda a su firma durante la próxima Cumbre UE-Estados Unidos, el próximo 30 de abril. El acuerdo entrará posteriormente en vigor el 28 de octubre.
Fuente: Parlamento Europeo