Australia, criticada por no haber ratificado el protocolo de Kyoto sobre emisiones de gases de efecto invernadero, va a tomar una decisión pionera para luchar contra el calentamiento global y el cambio climático. Según ha anunciado su ministro de Medio Ambiente, Malcolm Turnbull, el país va a prohibir las bombillas clásicas en todo el país para que de aquí a 2010 sean sustituidas por lámparas de bajo consumo. Éstas gastan hasta 10 veces menos que las incandescentes, lo que contribuirá a un gran ahorro de energía.
Turnbull ha asegurado que se trata de una medida pionera en el mundo, al menos en lo que se refiere al ámbito nacional. Según sus datos, prohibir las bombillas clásicas -basadas en la incandescencia de un filamento- por las de bajo consumo -fluorescentes- ‘en todo el mundo, reduciría el consumo de electricidad en un montante equivalente a cinco veces las necesidades eléctricas anuales de Australia’. Sostiene que la medida hará que Australia emita en 2012 800.000 toneladas menos de CO2 que actualmente, mientras que el consumo eléctrico de los hogares se reduciría en un 66 por ciento.
Las bombillas clásicas, patentadas por Thomas Alva Edison a finales del siglo XIX, han permanecido casi sin cambios desde su invención y se basan en la incandescencia de un filamento metálico. Si embargo, parte de la energía que se necesita para poner al rojo vivo el filamento se convierte en calor, con lo que consumen hasta 10 veces más energía que una bombilla fluorescente. Un menor gasto de energía eléctrica contribuye a reducir las emisiones de efecto invernadero porque la mayor parte de la energía que consumimos procede de la quema de combustibles fósiles.
‘El calentamiento climático es un desafió a escala planetaria. Animo a los demás países a seguir el ejemplo de Australia y a consumir productos más económicos como las bombillas fluorescentes’, ha dicho al presentar su iniciativa. La idea es ir sustituyendo las bombillas clásicas por las de bajo consumo para antes de 2010, de forma que ‘para ese año, simplemente no se puedan comprar bombillas incandescentes porque no cumplen los requisitos energéticos’.
La iniciativa del Gobierno australiano supone un giro total de la política del primer ministro, John Howard, hasta ahora un ferviente opositor al protocolo de Kyoto. Sin embargo, ahora defiende su decisión como una aproximación ‘realista’ al problema, frente a las ‘muchas cosas alarmistas que están en el aire’. De cara a las elecciones generales previstas para finales de este año, Howard ha dulcificado su posición sobre el problema, algo que se ha asentado en las preocupaciones de los australianos, sobre todo por la gran sequía que está sufriendo el país, una de las más graves de su historia.
Fuente: Ambientum