Investigaciones realizadas en 2005, el segundo año más caluroso del que se tenga registro, confirman los peores temores de la mayoría de los científicos, que urgen a tomar acciones internacionales urgentes e innovadoras en materia de cambio climático.
Pero ni la necesidad de acciones ni el sentido de urgencia fueron evidentes cuando, en el último mes del año en la ciudad canadiense de Montreal, representantes de 189 naciones pasaron dos semanas discutiendo sobre el asunto.
Se trató de la Undécima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, aprobada en 1992, y de la Primera Reunión de las Partes del Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 y en vigor desde febrero.
Aunque las deliberaciones concluidas el 9 de diciembre fueron ampliamente aplaudidas como un éxito, tuvieron pocos resultados más allá del respaldo al Protocolo de Kyoto y un acuerdo para celebrar nuevas conversaciones.
«Como de costumbre, dominó el interés propio de los países, pero al menos no se descarriló el proceso», dijo a IPS Dale Marshall, experto de la no gubernamental Fundación David Suzuki, organización ambientalista canadiense que asistió a las conferencias.
El Protocolo de Kyoto obliga a las naciones industrializadas a reducir sus emisiones de gases invernadero, a los que la mayoría de los científicos atribuyen el recalentamiento del planeta, cinco por ciento anual respecto de 1990 entre 2008 y 2012.
Expertos manifestaron optimismo por la convocatoria a que todas las naciones, incluida Estados Unidos –que retiró su firma del Protocolo apenas comenzó el gobierno de George W. Bush, en 2001–, participen en nuevas conversaciones, dijo Marshall a IPS.
«Pero eso es un paso muy pequeño hacia las grandes reducciones de emisiones de gases invernadero que se necesitan», agregó.
Investigaciones publicadas en diciembre demuestran que el impacto del cambio climático es más rápido de lo que se pronosticaba. Esto sugiere que los peores escenarios de desastre pueden ser los más probables, a menos que haya una acción mundial concertada de reducción de emisiones.
Fotos tomadas este año desde satélites revelaron que el hielo del mar Ártico se redujo 20 por ciento respecto de 1978, aseguró el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo (NSIDC) con sede en Boulder, de la estadounidense Universidad de Colorado.
La pérdida de hielo no es demasiado sorprendente, dado el aumento de cuatro grados promedio en la temperatura invernal del Ártico. Pero la magnitud y la velocidad del derretimiento carece de precedentes.
Estas noticias no solo son malas para los osos polares y los pueblos nativos del Norte.
«El Ártico es un importante conductor del ciclo climático de la tierra. El derretimiento que vemos será muy profundo en términos de cambio climático global», dijo el científico Ted Scambos, del NSIDC.
Es imposible pronosticar esos cambios con precisión, pero Scambos cree que el hielo del mar continuará derritiéndose.
La pérdida de ese hielo parece haber desatado un importante proceso de retroalimentación: la falta de hielo y nieve que reflejen la energía solar vuelven la región aun más cálida.
«Pensamos que la retroalimentación comienza a arraigarse y que vamos a ver una reducción acelerada del hielo marino», señaló Scambos en un comunicado.
El aumento de temperatura también conspira contra los tres metros superiores de «permafrost» (hielo permanente) debajo de los suelos altamente orgánicos de Siberia occidental. Así, surgen lagos gigantes y aumenta el caudal de los ríos.
Los hielos permanentes también se derriten en el noroccidental estado estadounidense de Alaska y en el norte de Canadá. Un nuevo estudio pronostica que alrededor de la mitad de los del hemisferio norte podría desaparecer para 2050.
El derretimiento de millones de kilómetros cuadrados de hielos permanentes liberará miles de millones de toneladas de metano, informó el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (NCAR), financiado por el gobierno de Estados Unidos.
El metano es un gas invernadero 20 veces más potente que el dióxido de carbono y acelera drásticamente el recalentamiento planetario. Un considerable derretimiento del permafrost tendrá un gran impacto sobre el clima, dijeron científicos del NCAR.
Por otra parte, las primeras mediciones directas de las capas de hielo de Groenlandia tomadas en diciembre revelaron una pérdida de 162 kilómetros cúbicos de hielo al año entre 2002 y 2005.
Este derretimiento supera todas las estimaciones anteriores, y tiene como consecuencia la elevación del nivel del mar, informaron científicos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA).
Sólo Groenlandia tiene suficiente hielo para elevar tres metros el nivel mundial de los océanos.
A comienzos de este año, científicos europeos informaron que, según el análisis de los centros helados de la Antártida, que la cantidad actual de dióxido de carbono en la atmósfera es 27 por ciento más elevada que cualquier máxima registrada previamente, considerando los últimos 650.000 años.
En un giro bizarro, la contaminación del aire hasta ahora ha amortiguado el impacto total de ese dióxido de carbono adicional, informó un equipo de científicos en la edición del 22 de diciembre de la revista Nature.
Así, diminutas partículas de carbono procedentes de la quema de combustibles fósiles y suelen causar enfermedades pulmonares, esparcen luz solar en los niveles superiores de la atmósfera e impiden que todo el calor del sol llegue a la superficie de la tierra.
El efecto total de estas partículas o aerosoles nunca antes había sido calculado. Las nuevas investigaciones estiman que el ahora denominado «efecto refrescante» compensa alrededor de 30 por ciento del recalentamiento producido por las emisiones de gases invernadero.
En otras palabras, sin una bruma de aire contaminado circunvalando la tierra, las temperaturas globales deberían ser 30 por ciento más cálidas ya mismo. Sin embargo, este paraguas para la contaminación se está debilitando.
Los controles de emisión de gases contaminantes originados por sus considerables consecuencias en la salud humana limpiaron el aire. Eso resultó bueno para los pulmones, pero malo para el clima global.
Reducir las emisiones es la única manera de evitar los peores escenarios previstos para el cambio climático, coinciden los expertos.
«El Protocolo de Kyoto no será suficiente. Las emisiones necesitarán disminuir 80 o 90 por ciento, más que cinco o 10 por ciento, para tener un efecto sobre los modelos. En términos de respuesta, Kyoto es apenas un punto de partida», dijo en noviembre ante el Parlamento Europeo Guy Brasseur, director del Instituto de Meteorología Max Planck, con sede en Hamburgo.
«Liderazgo político es todo lo que está faltando para reducir las emisiones entre 30 y 40 por ciento», dijo Marshall.
El público muestra más preocupación por el problema que los políticos. Pero una mayoría tiende a creer que, si el cambio climático es un problema verdaderamente serio, sus gobiernos actuarán, afirmó el experto.
La Fundación Suzuki y otras organizaciones ambientalistas encargaron un estudio detallado de cómo Canadá podría lograr, para 2020, reducir 25 por ciento emisiones de gases invernadero a las de 1990, y 80 por ciento menores para 2050.
Otros estudios también revelaron que las tecnologías existentes combinadas con políticas gubernamentales adecuadas podrían reducir las emisiones entre 20 y 40 por ciento, de un modo relativamente rápido y a un costo pequeño.
Pese a esos estudios, el público tendrá que presionar a los políticos para que tomen acciones, dijo Elliot Diringer, del no gubernamental Centro Pew sobre Cambio Climático Global, de Estados Unidos.
«Los europeos quieren conversar sobre cómo reducir 60 por ciento las emisiones mundiales, pero Estados Unidos está muy lejos de siquiera pensar en eso», dijo Diringer a IPS. «Revertir esto va a llevar ‘una tormenta perfecta’ de alineamiento político y presión pública».
Esa «tormenta perfecta» puede ocurrir en los próximos dos años, mientras miles de científicos climáticos finalizan los estudios que alimentarán el próximo informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
El informe de 2007 del IPCC será la evaluación autorizada y completa del cambio climático y su impacto. Y nadie cree que habrá buenas noticias.
«Será mucho más difícil para los políticos no tomar acciones concretas cuando esto salga a la luz», dijo Marshall.
Tal como fue acordado en Montreal, los negociadores se reunirán en marzo para comenzar a negociar la reducción de emisiones de gases invernadero tras la expiración del Protocolo de Kyoto, en 2012.
Marshall piensa que un nuevo acuerdo con reducciones de 20 por ciento o más podrían ser completadas de modo relativamente rápido si hay suficiente presión pública. «Pero hay un millón de maneras en que esto podría salirse de madre en los próximos años», advirtió.
Fuente: Inter Press Service News Agency