Los esquimales -con suelo natal en Alaska, Canadá, Groenlandia y el norte de Rusia- vieron las señales de cambio climático por todos lados.
El calentamiento global que ha sentido la vida salvaje y sobre el cual han documentado cada vez más los científicos está afectando primero y en forma más severa aquí, en el Ártico donde habita el pueblo esquimal.
A 48 km del Círculo Ártico, el cazador Noah Metuq percibe el rápido cambio climático. Su dominio helado está disminuyendo; las personas y animales que dependen de su reinado glacial están experimentando una nueva formulación histórica de su propio mundo.
Los peces y la vida salvaje están siguiendo a los casquetes polares en retirada hacia el norte. Los osos polares están perdiendo los témpanos que necesitan para cazar. Las focas, incapaces de encontrar hielo estable, se están dirigiendo hacia islas para dar a luz. Los petirrojos y lechuzas bodegueras y avispones, los que antes eran desconocidos tan al norte, están llegando a las aldeas árticas.
Pérdida de identidad
Metuq instaló su cabaña de pesca en los hielos de Cumberland Sound el mes pasado, como lo ha hecho cada invierno, confiado en que permanecería ahí por tres meses. Tres días más tarde, le sorprendió ver la dispersión del hielo, que se llevó su choza y los aparejos de pesca de turbot, de unos US$ 6 mil.
Simon Kohlmeister, 48 años, conducía su moto de nieve por el hielo oceánico donde había cazado en forma segura durante 20 años. El hielo se combó. La máquina se hundió.
Contó que tuvo «suerte de saltar» y tomar su rifle mientras el vehículo nada de barato se perdía. «Un día no tendremos nada de nieve. No seremos esquimales», dijo.
En Resolute Bay, el pueblo esquimal insistía en que la oscura noche ártica era más clara.
Wayne Davidson, antiguo funcionario de la estación meteorológica, dedujo finalmente que una capa más cálida de aire estaba reflejando la luz del sol sobre el horizonte.
«Se está volviendo todo muy extraño por aquí. Hay más aire tibio, más masivo y uniforme», aseguró Davidson.
Los habitantes del área cuentan que los témpanos de hielo cada vez más contraídos significan encontrarse mucho más a menudo con osos polares hambrientos que requieren sobrevivir.
En la aldea de Ivujivik en Hudson Bay, Lydia Angyiou, una mujer delgada de 41 años, vio cuando un oso polar se aproximaba a su hijo de 7 años. Para salvarlo, ella atacó con sus puños al animal de 350 kg, el que la botó dos veces al suelo antes de que un cazador le disparara, de acuerdo a Nunatsiaq News.
Todo nuevo
En el territorio ruso de Chukotka más al norte, los esquimales han perforado pozos para el agua, porque hay muy poca nieve para derretir. Reykiavik, de Islandia, tuvo el febrero más cálido que ha conocido en 41 años.
En Alaska, el agua normalmente sellada por el hielo ahora está abierta, amenazando con tormentas de invierno que afectan a los poblados costeros y fluviales. Autoridades federales señalan que una cantidad de aldeas nativas está bajo amenaza.
En Pangnirtung, los habitantes se sorprendieron con los truenos, las lluvias y una temperatura de 8,8 grados en febrero, una época en que su mundo estaba antes inmovilizado y silencioso a menos 28,8 grados.
«Nos quedábamos parados, en shorts, pasmados, asombrados, tratando de ver el sentido de todo esto», contó un habitante, Donald Mearns.
«No podemos traspasar nuestro conocimiento tradicional, porque ya no es confiable. Antes, yo podía observar los patrones de nubes o el viento, o incluso qué estrellas están titilando, y predecir el tiempo. Pero, ahora, todo ha cambiado», aseguró Enosik Nashalik, de 87 años, el más anciano de los hombres en esta aldea esquimal.
El servicio meteorológico federal de Canadá informó este mes que el país había experimentado su invierno más cálido desde que empezaron las mediciones en 1948. En toda la nación, las temperaturas promedio este invierno fueron siete grados por sobre lo normal.
«Eso es totalmente compatible con las predicciones a largo plazo que indican que los efectos del calentamiento global se sentirán más en el norte», precisó Douglas Bancroft, director de Oceanografía y Ciencias del Clima, de Canadá.
«Vamos a presenciar una reducción del hielo ártico general, con cambios profundos. El clima se volverá más tempestuoso, porque mientras tenga agua más abierta, más fácil es que se formen tormentas», explicó.
Bancroft señaló que también habría cambios significativos en los ecosistemas de la región.
Animales, confundidos
«Hay especies que se adaptaron durante 40 mil años a un cierto régimen», precisó. «Algunas lo lograrán, y otras no».
Satélites de la NASA midieron un derretimiento de las capas de hielo en Groenlandia y en la Antártica en la última década.
Con otros datos de la NASA, científicos de Boulder, Colorado, indican que el retraimiento de los casquetes polares en 2006 puede ser tan grande como el del año pasado, probablemente el más grande que ha habido en todo un siglo.
En la edición de este mes de la revista «Science», un equipo de científicos estadounidenses y canadienses señaló que el Mar de Bering se estaba calentando tanto que estaba experimentando «un cambio de condiciones árticas a subárticas».
Las ballenas grises están partiendo hacia el norte y las morsas están muriendo de hambre, abandonadas en témpanos de hielo en aguas demasiado profundas para alimentarse.
Frente a las costas de Nova Scotia, el hielo en el estrecho de Northumberland era tan delgado e inestable este invierno que miles de focas grises nadaron hasta islas no habituales para dar a luz. Las tempestades y las mareas altas arrastraron a mil 500 focas recién nacidas al mar, afirmó Jerry Conway, experto en mamíferos marinos.
«Estamos viendo cambios dramáticos en los sistemas climáticos», aseguró Conway.
«Para ser honestos, no entendemos cuáles son los impactos potenciales. Si revisa la historia, ha habido períodos cálidos que han vuelto a la normalidad. No sabemos realmente si eso sucederá esta vez», agregó.
Metuq, el cazador, teme lo peor.
«El mundo se está desintegrando lentamente», manifestó, al interior de su casa en Pangnirtung, una comunidad de mil 200 habitantes aferrados a una unión de montañas y fiordos en la isla de Baffin.
Afuera de su casa, las pieles de foca desecadas se extienden sobre lonas. La lluvia en febrero se había solidificado y casi no había habido nieve en su ambiente para cubrirla.
«Ellos lo llaman cambio climático», manifestó. «Pero nosotros simplemente lo llamamos desintegración».
Los problemas para los esquimales son nefastos para todo el mundo, sostiene Sheila Watt-Cloutier, jefa de la Conferencia Circumpolar Internacional, una organización para los 155 mil esquimales en todo el mundo.
«La gente se ha desconectado de su medio ambiente. Pero los esquimales han continuado a través de todo este dilema extremadamente conectados con su medio y vida salvaje», explicó.
«Ellos son la alerta temprana. Ellos ven lo que está sucediendo al planeta y entregan el mensaje al resto del mundo», dijo.
Fuente: http://diario.elmercurio.com