El plástico, icono de la sociedad consumista de usar y tirar, tiene un futuro complicado en Gran Bretaña después de que los 33 municipios del área metropolitana de Londres hayan votado una ley para prohibir a todos los comercios -desde la más humilde tienda hasta Harrods- que entreguen gratis bolsas de ese material para meter la compra. Los supermercados de todo el país incentivan cada vez más la adquisición por los clientes de bolsas alternativas de algodón y fibras naturales.
El Reino Unido se ha subido a un tren en el que la vecina Irlanda está embarcada desde el 2002, con un impuesto a las bolsas de plástico que en cinco años ha reducido el consumo en más de un 90%. Otros países que prohíben o desincentivan el uso del material son Sudáfrica, India, Bangladesh, Alemania, Tanzania, así como el estado australiano de Victoria, Hong Kong, San Francisco y París.
Mientras, en España la bolsa de plástico ha aparcado el tradicional carro de la compra y se ha convertido en compañero inseparable del consumidor español. Cada año se gastan 10.500 millones de estas bolsas, lo que equivale a 97.500 toneladas de plástico, el 9% de los residuos sólidos que se generan en todo el país, según el Ministerio de Medio Ambiente.
Estas cifras se quedarán pequeñas de seguir la tendencia actual. El consumo de envases ligeros -entre los que se incluyen bolsas, latas, tetrabriks y envoltorios- ha aumentado un 76% en siete años, indica un estudio de la Fundació Catalana per a la Prevenció de Residus i el Consum Responsable.
El Plan Nacional de Residuos tiene como objetivo sustituir la bolsa de plástico de los comercios en un 70% para el año 2015. Medio Ambiente no se plantea instaurar una tasa para gravar el uso de las bolsas de plástico antes del año 2010, aunque para esa fecha abre la puerta a la introducción de este gravamen si no se cumplen los objetivos de reducción de estos plásticos.
El Ministerio de Medio Ambiente firmó en el 2006 un convenio con las cadenas de distribución, los promotores del plástico y los pequeños comercios (Anged, Cicloplast y Ceec) mediante el cual estas entidades quisieron demostrar que, con acuerdos voluntarios, era posible reducir las bolsas de un solo uso. Estas entidades han reconocido que la reducción ha sido mínima.
En el ámbito catalán la situación es parecida, el Programa de Gestió de Residus Municipals marca una reducción del 30% para el 2009 y del 50% para el 2012. Para conseguirlo, se llegaría a acuerdos voluntarios con las cadenas de distribución, algo que se lleva intentando desde hace casi dos años. «El acuerdo no se cerró por falta de consenso interno. Seguiremos intentándolo pero, de no lograrlo, aplicaríamos una tasa a las bolsas de plástico», explica Pilar Chivas, de la Agència Catalana de Residus.
Estos acuerdos voluntarios implicarían controlar la presencia indiscriminada de bolsas en las líneas de caja, su cobro voluntario, campañas de concienciación y compensaciones a los clientes que apuesten por las bolsas reutilizables. En definitiva, el modelo de Francia, donde el consumo de bolsas ha caído un 30%. Sin embargo, la Fundació per la Prevenció de Residus ve esta medida «insuficiente».
«Hay que ser valientes y aplicar una ecotasa como hizo Irlanda en el 2002, que ya consume un 95% menos de bolsas», dice Rosa García, de la fundación. Las experiencias en otros países «demuestran que, para desincentivar su uso, la mejor opción es concienciar al consumidor y aplicar la ecotasa», afirma.
Fuente: La Vanguardia