Científicos de primer nivel están explorando con seriedad propuestas para salvar el mundo que parecen, sin embargo, un delirio. ¿Cuán disparatadas son estas soluciones?
Hay un “volcán” que lanza gigatoneladas de azufre a la atmósfera; una sombrilla espacial hecha de billones de pequeños reflectores atravesados entre la Tierra y el Sol, para reducir la temperatura del planeta. El bosque de “árboles” artificiales que extraen del aire el dióxido de carbono (CO2). Y la “solución del Geritol”, en la que se tira en los mares polvo de hierro.
“Claro que es desesperación”, dijo Stephen Schneider, profesor en Stanford, para quien estas ideas son como una aspirina para una enfermedad grave. “Nacen del pesimismo de cualquier realista que cree imposible confiar en que este planeta hará lo correcto”.
La NASA está dando los toques finales a un estudio que resume varias de estas ideas, y gastó 75 mil dólares en trazar detalles básicos del concepto de sombrilla espacial.
En los Estados Unidos, el Centro Nacional para la Investigación Atmósférica (NCAR) lleva semanas simulando el escenario del volcán artificial, y pronto analizará la idea de la sombrilla espacial.
Y el mes pasado, el multimillonario Richard Branson ofreció un premio de 25 millones de dólares a la primera tecnología que reduzca los niveles de CO2 en el aire.
Simon Worden, quien dirige el Centro Ames de Investigaciones que la NASA tiene en Moffett Field, California, dice que algunas de estas propuestas (parte de un campo llamado geoingeniería) han sido calificadas con epítetos que van desde “grandiosa” hasta “idiota”.
Como para distanciar un poco a la NASA de la cuestión, Worden dijo que el reporte de la agencia no hará mucho más que explicar el rango de posibilidades.
Los científicos han sido reacios a considerar conceptos de este tipo. Algunos temen la posibilidad de efectos secundarios no previstos; a otros les preocupa que estos esquemas induzcan a no reducir las emisiones de gases de invernadero, para muchos la única forma real de combatir el calentamiento global.
He aquí algunas de las ideas:
La solución del geritol
La empresa Planktos, de Forster City (California), ya está ejecutando este plan que unos ven prometedor y otro riesgoso por las potenciales consecuencias ecológicas. La semana pasada zarpó su barco Weatherbird II hacia el Pacífico, para echar por la borda 50 toneladas de hierro en polvo.
La idea es que el hierro estimule al plancton para multiplicar su fotosíntesis, extrayendo CO2 del aire. Esto a su vez formaría una sopa verde de algas devoradoras de CO2, que serían en su turno comidas por distinta fauna. En esencia, el CO2 iría a parar al mar.
La idea ganó solidez cuando un panel internacional la citó como una posible vía para reducir las emisiones de carbono. Pero el mismo reporte alertó contra “las consecuencias ecológicas de una fertilización del océano a gran escala”.
El volcán hechizo
Cuando el Pinatubo hizo erupción hace 16 años en las Filipinas, enfrió la Tierra durante casi un año debido a que las partículas de azufre en la alta atmósfera reflejaban parte de la luz solar. Varios científicos importantes propusieron hacer lo mismo artificialmente para compensar el calentamiento global.
Científicos del NCAR probaron la idea en un modelo informático del clima. Los resultados no fueron particularmente baratos o prometedores, dijo Caspar Amman, uno de ellos. Sería preciso inyectar cada mes a la atmósfera decenas de miles de toneladas de sulfatos.
“Desde un punto de vista práctico, es completamente ridículo”, dijo Amman. “En vez de invertir tanto en esto, sería mucho más fácil reducir el problema inicial”.
Sombrilla espacial
El otoño pasado, Roger Angel, astrónomo de la Universidad de Arizona propuso una “sombra solar”, una nube de 16 billones de pequeñas naves en forma de Frisbee que se colocarían entre la Tierra y el Sol y actuarían como sombrilla, reduciendo el calor solar.
“Realmente es como girar la perilla para reducir en dos por ciento lo que nos llega del Sol”, dijo.
El modelo demandaría 20 millones de lanzamientos de cohetes cargados de discos. Costaría unos cuatro billones de dólares durante 30 años. O más.
Árboles artificiales
Klaus Lackner, profesor de la Universidad de Columbia, quiere usar un proceso de “captura de aire” con instrumentos llamados “árboles artificiales”, feos dispositivos que usan filtros para absorber el CO2 del aire y convertirlo en gas comprimido o líquido para disponer de él en otra parte.
Lackner se imagina unos 100 mil filtros, como grandes torres de 60 metros de alto que aspiraran aire para sacarle el CO2. Cada filtro del tamaño de un televisor podría absorber al año unas 25 toneladas de CO2. Pero luego habría que pagar para poner ese CO2 secuestrado en alguna parte.
Una idea en marcha
Los cálculos de plancton dicen que, por cada tonelada de hierro que tiren al mar, sacarán de la atmósfera 100 mil toneladas de carbono.
Si las pruebas funcionan, la empresa espera tirar en aguas internacionales suficiente hierro para extraer del aire tres mil millones de toneladas de carbono.
Queda por ver el efecto que tendría sobre la ecología marina la adición de semejante tonelaje de un gas de invernadero.
Fuente: InfoBAE