El municipio argentino de San Pedro (1.460 kilómetros al noreste de Buenos Aires), que fue el epicentro de un inusual tornado que azotó esta región tropical y selvática. Unas 14 personas murieron, diez en Argentina y cuatro en una ciudad vecina de Brasil, Guaraciaba, por el desastre natural. El viento de hasta 120 kilómetros por hora dejó también 131 heridos (51 en San Pedro y 80 en Guaraciaba), algunos de ellos ingresados por fracturas graves, animales muertos, casas arrasadas o sin techo, un centro sanitario destruido, árboles y postes de electricidad y teléfono caídos. Varias localidades permanecían ayer sin luz ni comunicación ni agua potable. Siete de los diez muertos del lado argentino eran niños. Uno de los fallecidos en Brasil, también.
La población de San Pedro se mostró sorprendida por el fenómeno meteorológico, porque en la región (de 23.000 habitantes a 195 kilómetros de las cataratas de Iguazú) no suelen registrarse tornados. La tormenta eléctrica y la granizada que anticiparon al tornado comenzó la noche del lunes y se extendió hasta la madrugada de ayer. Cientos de personas debieron ser evacuadas de sus viviendas, o de lo que quedó de ellas, y quedaron bajo el amparo de la solidaridad de sus vecinos.
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, pidió al ministro de Salud, Juan Manzur, que viajara ayer mismo a la zona de la catástrofe para poner a disposición de la población afectada la ayuda estatal que sea necesaria. «La situación es crítica y es difícil llegar», advirtió Manzur. Para acceder a San Pedro y sus colonias agrícolas afectadas, Santa Rosa, Tobuna y El Progreso, se requiere de vehículos todoterreno.
El gobernador de la provincia de Misiones (donde se sitúa San Pedro), Maurice Closs, comentó a Radio Mitre que el tornado fue «totalmente atípico» y que produjo una «catástrofe no común». Closs también iba a trasladarse con su gabinete a la zona del desastre: «No paró de llover y el acceso es complicado. Acá siempre llegan tormentas, pero no hay antecedentes en la historia misionera de fenómenos de este tipo. Los vientos fuertes son de 40, 50 o 60 kilómetros por hora». Las fuerzas de seguridad ya habían comenzado a colaborar con los damnificados.
«La tormenta mató todo. Arrasó con lo que había y no dejó ni un animal vivo», describió un vecino de Tobuna, José Domínico, al periódico La Nación. «Durante 20 minutos cayeron gotas de granizo que parecían grandes huevos de gallina. Hay gente que lo perdió todo», añadió. En Santa Rosa quedaron pocas casas en pie y el centro sanitario, que había sido inaugurado hace tres años, quedó destruido.
Las fuertes tormentas en Brasil afectaron a los Estados sureños de Río Grande do Sul, Paraná y Santa Catarina, aunque sólo en este último se registró el tornado, en Guaraciaba, de 10.000 habitantes. Allí, alrededor de 500 casas quedaron destrozadas, algunas de ellas después de volar 50 metros. Los equipos de Defensa Civil también tenían dificultades para llegar a esta ciudad brasileña. «Uno de los pacientes dijo que se quedó asustado después de ver a una persona arrastrada por el viento, en el aire. Otro dijo que una de las puertas de la casa se abrió con el viento y un niño que estaba próximo fue lanzado al otro lado de la sala de estar por una ráfaga de viento», relató Tânia Procknow, enfermera jefa del hospital São Lucas de Guaraciaba, al periódico O Globo.
Fuente: El País