Un nuevo radar para investigación científica da a los científicos la oportunidad de estudiar la
capa más alta de la atmósfera de la Tierra, en el mismísimo borde del espacio exterior. Las investigaciones se centran ahora en el cambio climático y en algunos fenómenos poco conocidos.
Usando el nuevo radar, los científicos podrán no sólo investigar el cambio climático, sino también explorar la teoría que dice que mientras la baja atmósfera se calienta, la superior se enfría hasta en 1 grado centígrado al año.
También les permitirá hacer averiguaciones sobre las ondas complejas, mareas y otros mecanismos que enlazan esta región, conocida como mesosfera, con las más bajas franjas de la atmósfera. A altitudes de unos 80-100 km, la mesosfera es notoriamente difícil de investigar, y es la parte menos explorada de la atmósfera de la Tierra.
La baja presión atmosférica a esta altitud imposibilita hacer volar aviones en la mesosfera, y ni siquiera los grandes globos meteorológicos que se usan para medir el ozono de la estratosfera pueden ascender lo suficiente como para alcanzarla. Por su parte, los satélites se empiezan a
quemar cuando entran en la mesosfera. Así que el nuevo radar, recién instalado en la base de investigación Rothera en la Antártida, en un proyecto conjunto entre la Universidad de Bath y el British Antartic Survey (BAS), ayudará a los científicos a explorar la región usando sensores remotos.
«Afortunadamente, la naturaleza nos proporciona una respuesta excelente al problema de investigar la mesosfera», ha señalado el profesor Nick Mitchell, que encabeza el proyecto en el Departamento de Ingeniería Electrónica y Eléctrica en la Universidad de Bath. Los meteoritos, o
«estrellas fugaces», se queman en la mesosfera. El enfoque de la nueva técnica parte del hecho de que ellos y sus estelas ionizadas derivan como los globos meteorológicos, así que es posible usar un radar en la Tierra y hacer reflejar ondas de radio en los meteoritos para averiguar cuán rápido
se mueven y así medir los vientos en el borde del espacio. El desvanecimiento de los radioecos de los meteoritos también permite medir la temperatura de la atmósfera. Los científicos pueden detectar miles de meteoritos diarios, y con esta información estudiar las ondas y mareas que
fluyen alrededor del planeta continuamente.
La mesosfera ha sido llamada «el canario del minero» para el cambio climático, puesto que es muy sensible y los cambios en ella pueden ser más grandes que en cualquier otra parte de la atmósfera.
Las evidencias de estos cambios vienen de avistamientos de nubes noctilucentes, nubes muy raras que se ven sólo en regiones polares y que se sabe que están en la mesosfera. Estas nubes no parecen haber sido observadas antes de 1885, y podrían indicar el comienzo de un enfriamiento
a largo plazo de la atmósfera superior.
Los investigadores esperan usar estos datos de temperatura para ver si los efectos del cambio climático están presentes en la atmósfera superior.