El efecto beneficioso de la crisis financiera sobre las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) ha sido escaso y ha durado apenas 12 meses. Tras el paréntesis del 2009, el año pasado se volvió a batir el récord de producción con 30,6 gigatoneladas, un 5% superior a la marca anterior, que databa del 2008, según las estimaciones presentadas ayer por la Agencia Internacional de la Energía (AIE). China y la India son las grandes responsables del cambio de tendencia.
La AIE, organismo autónomo creado por la OCDE (países más industrializados del mundo), recuerda que, si se quiere evitar que la temperatura media mundial aumente dos grados con respecto a los niveles preindustriales, considerado el umbral que separa lo asumible de lo catastrófico, «la concentración en la atmósfera de CO2 y otros gases de efecto invernadero no debería superar las 450 partes por millón ppm». Y para que ello sea posible, prosigue la AIE, durante los próximos 10 años no se debería superar el registro anual de 32 gigatoneladas; es decir, el margen de maniobra es escaso.
AÚN MUY LEJOS DEL OBJETIVO «Debe actuarse con urgencia», sintetiza Fatih Birol, economista jefe de la organización. «Las cifras muestran que el mundo aún está muy lejos de lograr el objetivo», añadió en un comunicado la comisaria europea de Clima, Connie Hedegaard. «Es un dato extremadamente preocupante. Debería ser un revulsivo para la clase política», añadió Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático.
La concentración de CO2 y gases equivalentes (metano, CFC, NO2 y HF6) se situó en 430 ppm en el 2010. En el caso del CO2, que representa el 75% del efecto invernadero de origen antrópico, ha pasado de 310 ppm en 1950 a unos 390 este año.
La AIE advierte de que un 80% de las emisiones procedentes de la producción eléctrica que se esperan para el 2020 ya están comprometidas, a la vista de las centrales que ya están en funcionamiento y las que se están construyendo. En el 2010, un 44% del CO2 industrial procedió de la combustión del car- bón, el 36% del petróleo y el 20% del gas natural.
Fatih Birol considera que «el significante incremento» de las emisiones de gases unido al desarrollo previsto de inversiones en infraestructur as suponen «un serio revés a las esperanzas de limitar el aumento de la temperatura a no más de dos grados». Birol insiste en que no se conseguirá el objetivo a menos que se tomen medidas radicales.
Pese al descenso en las emisiones del 2009, la fuerte recuperación de China, la India y otras potencias emergentes han vuelto a tirar del carro, asume la AIE. Así, los países industrializados de la OCDE siguen representando un 40% del CO2 generado en el mundo, pero solo contribuyero n en un 25% al incremento constatado en el 2010.
No obstante, en términos relativos, cada ciudadano de la OCDE genera unas 10 toneladas de CO2 anuales y en EEUU se rozan incluso las 20. Mientras, el nivel en China es de 5,8 toneladas per cápita, en Brasil e Indonesia se sitúa en 2 y en la India no se rebasan 1,5 toneladas.
RICHARD STERN En declaraciones al diario británico The Guardian, sir Richard Stern, prestigioso profesor de la London School of Economics, considera que, de continuar la tendencia hay un 50% de posibilidades, de un aumento en las temperaturas mundiales de más de cuatro grados para el 2100. «Un calentamiento así –prosigue el economista– puede interrumpir la vida y los medios de vida de cientos de millones de personas en todo el planeta, llevando a una migración masiva y al conflicto».
«Esta es la verdad incómoda. Las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por las actividades humanas seguirán sin mucha oposición internacional, ahora y en el futuro», dijo Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (UNFCCC).
La próxima semana, varios países se reunirán en Bonn como parte de los preparativos de la próxima Conferencia del Clima, que se celebrará en diciembre en Durban (Sudáfrica). «No aceptaré el argumento de que esto es imposible. Los gobiernos deben hacerlo posible para la sociedad, la economía y la ciencia», concluyó Figueres.
Fuente: El Periódico