Todos los datos apuntan «con aplastante evidencia» a que los océanos están sufriendo, especialmente durante este lustro, una degradación acelerada que los está llevando al «umbral del colapso», en palabras de Carlos M. Duarte, uno de los biólogos más reconocidos en ecosistemas marinos y codirector del Primer Congreso Mundial de Biodiversidad Marina, que reúne desde ayer en Valencia a más de 500 investigadores. Duarte no ahorró adjetivos para destacar que las agresiones que soporta el medio marino conducen a una erosión global de su biodiversidad «que puede encontrar en el cambio climático su golpe de gracia que cause un deterioro catastrófico».
Los investigadores marinos tienen un lamento recurrente: se conoce mucho más sobre Marte que sobre las profundidades del océano. Esta evidencia la emplean también para denunciar las millonarias inversiones en la carrera espacial frente a los modestos presupuestos que manejan para conocer nuevas especies en el mar, que pueden convertirse en una despensa futura para abastecer las necesidades alimentarias de la humanidad o para buscar recursos innovadores para la medicina y la industria.
Con una inversión de cien millones de euros, la tercera parte del presupuesto de una modesta misión a Marte, más de 2.000 científicos de 82 países iniciaron hace siete años la elaboración del censo de la vida marina, un proyecto que culminará en el 2010, pero del que ayer se presentaron los resultados preliminares en el Congreso Mundial de Biodiversidad Marina organizado por el CSIC y la red de excelencia europea de institutos de investigación marina MarBEF. La conclusión: el mar es mucho más rico de lo que se esperaba. Pulpos localizados de treinta millones de años localizados en la Antártida, estrellas de mar gigantescas de más de un metro de tamaño, moluscos de diez brazos, alfombras de crustáceos sobre el golfo de México o parques de esturiones son solo algunos de los ejemplos que han sorprendido a los científicos y que les han valido para constatar que los secretos que guarda el mar son mucho mayores que los que ya ha ofrecido.
Cada año se están descubriendo unas 2.000 nuevas especies, que se suman a las entre 230.000 y 250.000 ya censadas. Pero las estimaciones indican que bajo los océanos permanecen ocultas a los ojos del hombre 1.400.000 especies, según reveló el copresidente del comité organizador del congreso Carlos Duarte. «Es necesario impulsar la exploración marina», dijo el científico, que destaca la necesidad de conservar los océanos como «recurso del que tendremos que alimentarnos en el siglo XXI».
Amenazas
Pero los océanos están amenazados. A la sobreexplotación de los recursos pesqueros, la acidificación del mar o al aumento de las zonas muertas (bolsas de agua con bajos niveles de oxígeno) se suma otro peligro ya conocido, pero que los nuevos estudios presentados ayer señalan como más pernicioso aún de lo que se había pensado: el calentamiento global. El incremento de las temperaturas, que se observa de forma notable en los océanos, está provocando un aumento de las especies invasoras marinas del sur al norte a un ritmo de 50 kilómetros por década, una distancia mucho mayor que la cubierta por las especies invasoras terrestres. Este fenómeno es bien conocido en Galicia, donde los registros llevados a cabo por la Consellería de Pesca han detectado desde 1996 la existencia de al menos doce especies procedentes de zonas cálidas, en su mayoría de África. Los investigadores también están verificando el fenómeno contrario: el desplazamiento cada vez más hacia el norte de peces de aguas frías, como la sardina o la anchoa.
La situación es preocupante. «La aplastante evidencia de una aceleración de la degradación global de los océanos ha aportado el impulso para convocar a la comunidad científica en biodiversidad marina a este primer congreso mundial», subraya Carlos Duarte.
Fuente: La Voz de Galicia