Tropical, subtropical, mediterráneo, continental, desértico, polar, de alta montaña o… Nadie es capaz de predecir qué climas tendrán que estudiar los niños dentro de 100 años. El calentamiento obligará a cambiar los libros de texto porque, lo que es peor, modificará los ecosistemas de más de un 60 por ciento de la superficie terrestre. El impacto más grave lo sufrirán las selvas tropicales. Si escapan a la deforestación, es muy posible que el calentamiento acabe con ellas. Los polos se reducirán, y los climas de alta montaña también corren peligro de desaparecer.
Las predicciones se basan en los modelos de calentamiento aprobados en la reunión de expertos sobre cambio climático celebrada en París el pasado febrero. Ni siquiera si se toman medidas se conseguirá evitar el calentamiento, advierten los expertos. Esto producirá un desplazamiento de los climas desde el ecuador hacia los polos, y de las tierras más bajas a las más altas. El trabajo, que han realizado expertos de las universidades de Madison (Wisconsin), Laramie (Wyoming) y Stanford (California, todas en Estados Unidos), lo ha publicado la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Lo que nadie sabe es qué va a sustituir a los climas actuales. Los expertos afirman que, como el punto de partida ya es el más cálido que se conoce, no ha habido una situación similar anterior que permita establecer paralelismos (otra cosa sería si en vez de un calentamiento hubiera un enfriamiento, porque se tiene el antecedente de las glaciaciones).
Entre todos los posibles escenarios futuros, los científicos han tomado dos extremos. El primero, en el que no se hiciera nada para frenar la emisión de gases de efecto invernadero; el resultado sería que hasta un 39 por ciento de la superficie de la Tierra experimentaría un cambio de temperaturas y régimen de lluvias que supondrían un clima nuevo. Por lo tanto, un 48 por ciento de los climas actuales desaparecería. En el mejor de los casos, con un control de emisiones, el cambio afectará al 20 por ciento de la superficie terrestre. La zona más afectada será la tropical, con las selvas del África ecuatorial, Amazonia y sureste asiático como las grandes perjudicadas. Según el modelo, las selvas ecuatoriales se podrían desplazar hacia los trópicos; los desiertos (Sáhara, Gobi, Nuevo México, Kalahari o norte de Australia), hacia las actuales zonas templadas -España entre ellas-, y así, en cadena, hasta los polos.
Pero esta migración no será continua. Por lo que se sabe hasta ahora, la vegetación se mueve a una velocidad limitada. En los casos anteriores en que ha habido un brusco cambio climático, las especies se desplazaron 500 kilómetros en un siglo. Si el cambio va más deprisa, no se sabe qué plantas sustituirán a las que se extingan, ni de dónde llegarán. Los investigadores no han podido medir el papel que podría tener el ser humano, introduciendo especies o construyendo infraestructuras, como regadíos.
Las otras grandes zonas de cambio son las de los extremos: polos y climas de montaña (Tíbet, Himalaya, Altiplano andino, cumbres). En este caso, la predicción es más fácil. Lo normal es que el clima se suavice y haya un desplazamiento de especies próximas. Estas situaciones ya se están empezando a registrar. El monte más alto de África, el Kilimanjaro, ya ha visto cómo la zona de nieves perpetuas se reduce. Por las laderas, ahora más templadas, trepa la flora de los terrenos inferiores, y, con ella, los animales. Empujados por el cambio de temperatura -y la presión demográfica- los elefantes y los gorilas, por ejemplo, han comenzado a colonizar alturas que hace 10 años tenían vedadas.