El metano es un importante gas de efecto invernadero -por molécula es 20 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2)-, y su concentración en la atmósfera casi se ha triplicado desde la etapa preindustrial, aunque su crecimiento se ha ralentizado desde los años 90.
El hecho de que el nivel de metano permaneciera relativamente constante durante esa década provocó que se hiciera una revisión a la baja en la futura influencia de este gas en las temperaturas globales. El propio protocolo de Kioto de lucha contra el cambio climático estableció límites más flexibles para el metano que para el CO2.
Ahora, un estudio del Centro Nacional de Investigación Científica de Gif sur Ivette (Francia) advierte de que los niveles de metano en la atmósfera podrían aumentar en un futuro próximo afectando a las proyecciones sobre el calentamiento global del planeta, según detallan en «Nature».
La razón para esa ralentización de la tasa de crecimiento en los niveles de metano en los noventa hay que buscarla en una disminución en las emisiones de metano procedentes de las actividades humanas. Sin embargo, desde 1999 las fuentes de metano antropogénicas han vuelto a incrementarse, si bien su efecto en la atmósfera se ha visto enmascarado por una reducción en las emisiones de metano procedentes de los humedales.
El papel de los humedales
Las zonas húmedas producen hasta el 40% de emisiones de metano descargadas en la atmósfera por las condiciones anóxicas reinantes en sus suelos anegados y su elevada producción primaria. Sin embargo, la sequía y escasez de agua ha provocado el drenaje de muchos humedales, reduciéndose su aportación de metano a la atmósfera. De no haber sido por esta disminución, los niveles atmosféricos de metano habrían continuado creciendo. Esto sugiere que si la tendencia de la sequía se reduce y las emisiones de las zonas húmedas vuelven a la normalidad, la concentración de metano en la atmósfera aumentará, empeorando el problema del cambio climático.
Otros investigadores de la Universidad de Nueva York han retrocedido hasta el periodo con las temperaturas globales más altas en los últimos 65 millones de años. Según detallan en «Science», en el Eoceno (hace entre 56 y 49 millones de años) la concentración de dióxido de carbono era de 1.125 partes por millón, que cuatriplica los niveles de la etapa preindustrial. Si las estimaciones del Panel Intergubernamental del Cambio Climático se cumplen (concentración de dióxido de carbono de 1.000 partes por millón en 100 años), nuestro futuro climático sería como volver al Eoceno.
Fuente: ABC