Un escape de metano en el fondo del Ártico puede acabar de descuajaringar el clima del planeta. Un equipo de científicos rusos y suecos ha descubierto múltiples chimeneas en la llamada plataforma ártica de Siberia Oriental, por las que ya escapan unos ocho millones de toneladas de metano cada año, la misma cantidad que la liberada por todos los océanos del mundo juntos. Este compuesto, encerrado en el suelo congelado de la tundra siberiana desde la última glaciación, es un gas de efecto invernadero 30 veces más potente que el ya famoso dióxido de carbono.
«La liberación de tan sólo el 1% del metano almacenado en estos depósitos podría multiplicar por tres o por cuatro la actual carga del gas en la atmósfera», explicó ayer en un comunicado la principal responsable del estudio, Natalia Shakhova, de la Academia Rusa de Ciencias, en Vladivostok. «Las consecuencias climáticas de este cambio son muy difíciles de predecir», advierte.
La plataforma ártica de Siberia Oriental, a unos 1.000 kilómetros de la costa rusa, esconde una bomba de metano. Los científicos surcaron esta región en buques rompehielos entre 2003 y 2008. Sus datos, publicados hoy en la revista Science, demuestran que el suelo submarino congelado, antes considerado una barrera impermeable para el gas, está ahora plagado de agujeros a causa del propio calentamiento global.
Burbujas de gas
El estudio subraya que más del 80% de las aguas profundas y la mitad de las aguas superficiales de esta región presentan niveles de metano ocho veces mayores que los habituales en el mar. El derretimiento del fondo marino permite la fuga del gas, y la escasa profundidad de esta zona, unos 50 metros, facilita que se libere rápidamente al aire. El Ártico ya burbujea metano. Y el calentamiento global podría detonar esta bomba escondida en el lecho marino.
En otros capítulos más fríos de la historia del planeta, la concentración de este gas en la atmósfera rondaba las 0,3 partes por millón. Hoy alcanza 1,85 partes por millón, la densidad más alta en los últimos 400.000 años, según Shakhova.
El investigador Martin Hemann, del Instituto Max Planck de Biogeoquímica, en Jena (Alemania), escribe en Science un análisis tranquilizador de estos nuevos datos. Las actuales emisiones globales de metano, incluidas las generadas por la actividad humana, alcanzan los 490 millones de toneladas, por lo que el actual escape en el Ártico siberiano es, por el momento, «insignificante». «Esto es una buena noticia», opina Hemann, » pero, ¿persistirá esta situación si continúa el calentamiento? No lo sabemos».
Fuente: Público.es